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A este judio converso, que contribuyó al esplendor cultural aragonés y penínsular del siglo XII, se debe el inicio de la literatura apologética conversa y el libro de cuentos más antiguo de la Edad Media. Fue hombre docto, versado en matemáticas y astronomía, y según se dice llegó a ejercer como médico del rey Alfonso I el Batallador (su protector) y del monarca inglés Enrique I, aunque no existen pruebas históricas de ello.
Frente a la ignorancia que poseemos acerca de la mayor parte de su trayectoria vital, destaca el hecho de que haya llegado hasta nosotros su imagen física, recogida en el Liber Chronicarum cum figuris, incunable que desgrana una galería de notables filósofos, reyes, santos, poetas y sabios, publicado en 1493.
El mismo Pedro Alfonso, -en el prólogo autobiográfico de su obra "Diálogo contra los judíos"- nos proporciona la mayor parte de las escasísimas referencias a su persona con que contamos. Sabemos que se bautizó y convirtió al cristianismo en el año 1106 y que Alfonso I actuó como su padrino. Conocemos también que viajó a Inglaterra como "magister" en artes liberales y sobre todo en astronomía, teniendo como discípulo al prior del monasterio de Malvern, que aprendió con él el sistema de graduación astronómica arabe. Es posible que anduviera de vuelta en Zaragoza hacia 1121, y con posterioridad a esta fecha se rastrea su presencia en Tudela.
Tres reinados se suceden dentro de la trayectoria vital de Pedro Alfonso: los de Sancho Ramirez (1043-1097), Pedro I (1068-1104) y Alfonso I (1073-1134). Se trata de una época de grandes cambios históricos y de una importancia cultural excepcional, con un intercambio muy intenso entre los mundos cristiano, judio y musulmán. Conviene recordar que en la segunda mitad del siglo XI, Zaragoza se convierte en refugio de los más prestigiosos intelectuales de Al-Andalus. Pedro Alfonso, judio converso, contribuirá decididamente a la labor de transmisión de esa cultura hispanomusulmana.
En torno a las obras de Pedro Alfonso ha existido abundancia de especulaciones. Parece seguro que escribió "Diálogos contra los judíos", una variada obra científica, y la "Disciplina Clericalis", miscelánea de cuentos y setencias de amplísima difusión y sin duda su obra más famosa.
"Diálogos contra los judíos" se escribió con posterioridad a 1106, y pudo surgir como respuesta inmediata ante el clamor levantado por la conversión de Pedro Alfonso. Este utiliza en su obra los conocimientos que posee de la Biblia hebrea y de la literatura judía, y es el primero que utiliza la literatura tradicional hebrea y a los exégetas modernos para atarcarlos con sus propios argumentos.
En cuanto a su labor científica, no es grande el caudal de obras que nos han llegado, y éstas lo han hecho además en estado fragmentario. Sin embargo, por testimonios acreditados de los eruditos ingleses de quienes fue maestro -como Walcher de Malvern o Adelardo de Barh- sabemos de su importante papel como transmisor de la cultural oriental a Occidente. Entre las obras con las que se le relaciona, destaca "De Dracone", que versaría sobre el cálculo de los movimientos de los astros, o "De Astronomía", tratado consistente en unas tablas astronómicas según los calendarios árabe, persa y latino. Con ellas y la ayuda de un astrolabio era posible averiguar, por primera vez y con exactitud, las posiciones del sol, la luna, los cinco planetas conocidos y los ascendientes y descendientes.
"La Carta a los estudios franceses" es un breve texto que se incluye como prólogo de las tablas astronómicas, y cuya lectura nos descubre a un intelectual innovador dentro de lo que se denominará el "renacimiento del XII", en el que se va produciendo el ocaso del canon medieval y el florecimiento científico, que en un largo proceso irá borrando los límites entre las artes liberales y las mecánicas: el descubrimiento de la cultura griega, a través de los árabes, conmocionó Occidente y trajó cambios decisivos en las clasificaciones clásicas. En "La Carta", Pedro Alfonso destaca la importancia de la aritmética, útil a la geometría, la música, la medicina, la astronomía, y también los "negocios del siglo".
Pero Pedro Alfonso ha quedado especialmente asociado a su "Disciplina Clericalis", su obra más famosa, a través de la que se difundieron en Occidente numerosos cuentos de origen medieval, vertidos al latín, además de establecer unos modelos didácticos que seguirán otros autores medievales. Pedro Alfonso compuso su libro con "parte de proverbios de los filósofos y sus enseñanzas, parte de proverbios y consejos árabes y de fábulas y versos, y parte sirviéndome de las comparaciones con aves y animales". Todos estos materiales los va organizando el autor temáticamente según la siguiente estructura: un prólogo que ahonda en el concepto del "temor de Dios", y tres partes que hablan de los vicios y virtudes humanas, de la relación del hombre con sus semejantes, de la relación del hombre con Dios y la fugacidad de lo terreno; termina el texto retomando el concepto del prólogo y con un epílogo que desgrana una invocación a Dios.
No cabe duda acerca de la incidencia que tuvo Pedro Alfonso en cada uno de los ámbitos de su actividad intelectual. Su obra astronómica no fue original, pero inició a Occidente en el cálculo del movimiento de los astros. Su obra apologética fue utilizada por teólogos, polemistas e incluso por los predicadores de las Cruzadas. Finalmente, su "Disciplina Clericales" sirvió sin duda para que la narrativa oriental entrara en Europa. En resumen, si Pedro Alfonso no fue un gran creador, fue un hombre polifacético, renovador, inquieto, con un afán de renovación constante, y que ejerció un importante magisterio, no sólo en el contexto hispano, sino en la Europa de su tiempo.
(*) Ilustraciones extraídas del libro "Pedr o Alfonso", de María Jesús Lacarra, editado por Diputación General de Aragón.
Fuentes:. Lacarra, María Jesús Pedro Alfonso. Diputación General de Aragón, 1991. Zaragoza. .Lacarra, María Jesús" Pedro Alfonso, un aragonés universal que vivió en el siglo XII". Heraldo de Aragón, 17 de marzo de 1999. Heraldo Escolar, pag. 7.
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